Es la historia del huracán(Huracán Hira), siendo Hira el nombre una cadena montañosa que se levanta sobre la costa occidental del lago Biwa, el mayor del Japón.
Tiempo muy atrás vivía allí un joven que era el encargado del faro instalado sobre un promontorio en el lado oriental del lago Biwa. Una bella doncella vivía en un pueblo situado al otro lado del lago. En cierta ocasión, la joven visitó el promontorio y vio al cuidador del faro. Ambos se enamoraron y convinieron en encontrarse por la noche para que nadie pudiese saberlo. A partir de aquel día, la doncella visitaba al joven todas las noches, cruzando el lago en una barquichuela. Tanto si en las noches sosegadas las olas reflejaban la luz de la luna, como si en la obscuridad el lago se mostraba rudo y colérico, la barca nunca dejó de llegar al promontorio porque la luz del faro la guiaba hasta el ser amado.
De esta manera pasó el verano y llego el otoño. El joven era feliz ante la fidelidad de la muchacha; pero al final la audacia de ella y su indiferencia ante el peligro de ser descubierta o de ahogarse en el agua, tan usual en la joven, levanto del torrero una punzante sospecha. Así, empezó a preguntarse si la joven sería un ser humano, un dragón hembra o un ogro en forma de mujer. Al fin decidió comprobar si la muchacha podría encontrar el camino sin la luz del faro. Como de costumbre, aquella noche la joven surcó las aguas del lago en su barca, pero cuando la luz del faro se apagó quedo desorientada. Comenzó a remar desordenadamente, sin saber dónde estaba. Por último se desesperó y pensó que su amado le era infiel. En su pena y su terror, le maldijo, a sí misma y también al mundo. Tan pronto como el cuerpo de la desdichada joven desapareció en el agua, sopló un furioso huracán. La tempestad rugió toda la noche. Al amanecer, la torre del faro con su cuidador habían desaparecido tragados por el agua.
Desde entonces, todos los años, en el mismo día, un cierto día del octavo mes lunar ruge una tempestad sobre el lago. Sopla desde la cadena de las montañas Hira, donde vivía la infortunada joven y por eso la llaman Montaña del huracán Hira.
3 comentarios:
David, sos vos?
Bueno lo leí todo, pero para mi la naturaleza es la naturaleza y punto jajajaja mentira, siempre leo lo que nos regalas para instruirnos un poco mas... que seria del mundo si lograramos instruirnos todos un poco más, pero también tenemos en cuenta que cuanto mas sabemos, mayor crece el sabor amargo de la desolación... hace un par de días una idea tuya me retumba en la cabeza, yo me acuerdo que muchas veces yo decía hoy estoy triste, o tal cosa me hace mal y vos te reías y me decías, para mi es así siempre, y yo no lograba comprender como alguíen puede vivir siempre con esos sentimientos tan pero tan estremecedores... ahora... entiendo, cuando todo eso pasa a circularte por las venas como la sabgre de todos los días, hay tantas cosas que ahora entiendo que antes no... gracias.
Que hermosa historia, pero me entristeció un poco. Cuantás veces en mi vida habré cambiado mi propio destino por decisiones tomadas a la ligera o sin siquiera pensar? Hay tantas acciones que pueden llegar a destruirnos o a quienes nos rodean.
Espero poder leerte más seguido ahora cuando deje el trabajo, lo disfruto mucho y te extraño cuando no hablamos.
Cuidate niño!
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